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05 diciembre 2006

Ultima actualización: Entre Líneas (4/12/06)

20 noviembre 2006

Comentarios de una lectora


Sartre y Beauvoir. La historia de una pareja
de Hazel Rowley.
Traducción de Montse Roca. Lumen. Barcelona, 2006.

Esta biografía, una de las muchas y variadas que existen sobre estos controvertidos personajes -que ha sido aprobada por la hija adoptiva de Simone de Beauvoir y, sin embargo, rechazada por la heredera de Paul Sartre-, muestra, una vez más, los muchos aspectos contradictorios y polémicos de la vida de esta célebre pareja de escritores y los muchos entresijos de sus propias vidas personales que levantan polémica, incluso entre sus allegados.

La autora de esta nueva biografía, autorizada y desautorizada por las herederas de una y otro, realiza una semblanza de Sartre y Simone de Beauvoir, buscando la simplificación en la forma y el dato conciso, claro y escueto, aportado por sus propios protagonistas. Con gran abundancia de datos y entrecomillados en sus más de 500 páginas, esta obra nos permite penentrar en las zonas más oscuras y desconocidas de unas vidas atrapadas en el laberinto de sus relaciones amorosas, pero sin obviar la apasionada y controvertida participación de ambos en la vida cultural y en los acontecimientos de su época y de que fueron autores de algunos de los libros más importantes del siglo XX. Quizás, esta obra adolece de un análisis más profundo y complejo de la personalidad humana, intelectual y literaria de esta pareja de escritores franceses, una de las más famosa de todos los tiempos.
En la magnífica y compleja biografía de Sartre, de Annie Cohen-Solal (Edhasa), la autora declaraba la dificultad de “tocar a Sartre” porque el campo de información sartriana es “denso y movible”, al tiempo que la obra del filósofo escapa a un enfoque global porque Cohen-Solal reconocía que acercarse a Sartre (y por tanto a Beauvoir), suponía tocar la historia del cine, la literatura, la estética, las luchas políticas, el teatro la prensa y el feminismo.
Rowley, autora de esta biografía ahora comentada, no se adentra en las personalidades complejas de sus protagonistas, en contra de lo que hizo Annie Cohen-Solal, en la extroordinaria y profunda biografía del binomio Sartre-Beauvoir, publicada por Edhasa, cuando declaraba la dificultad intrínseca de estudiar en toda su plenitud la figura y obra de Sartre porque es ésta “abundante, proteiforme, inconclusa y abierta”, ya que si se estudia su bagaje intelectual y su influencia en la vida cultural de su época, habria que estudiar la historia del cine, la literatura, la estética, el teatro, las luchas políticas y sociales de su tiempo y el movimiento feminista del que fue una abanderada Simone de Beauvoir. Sin embargo, Rowley realiza una visión con perspectiva distinta, ya que realiza una exposición del prolijo y variado anecdotario privado de esta pareja singular, y reemplaza el análisis profundo y comprensivo de sus vidas y obra, a través de sus múltimples, apasionados y, muchas veces, tormentosos romances, amores y aventuras, aunque la biógrafa haga este recorrido con seriedad, rigor y objetividad, sin realizar ningún juicio de valor sobre los datos expuestos, dejando esa posibilidad a los lectores de juzgar a los protagonistas de la historia vital y artística más apasionante del siglo XX.

Por esta biografía deambulan una serie de personajes y nombres, todos ellos relacionados sentimental o familiarmente con Sartre o Beauvoir, o con ambos, al mismo tiempo, como es el caso de Arlette Ekaïm, primero amante de Sartre y después su hija adoptiva, o Sylvie Le Bon, la hija adoptiva de Beauvoir, y que también fue primero su amante y, después, adoptada por la escritora, ambas amantes de Sartre y también de Beauvoir, de forma simultánea o sucesiva, entre otros muchos nombres que no se pueden relacionar por su extensión y variedad.

Por ello, esta biografía pone todo su acento sobre los muchos y complejos nudos de relaciones amorosas y familiares, aunque se trate de una familia rara con toques incestuosos, y en el asombroso desfile de datos sobre la escandalosa vida sexual de sus protagonistas, datos que revelan que eran infieles, mentirosos, promiscuos y contradictorios en su vida íntima que queda expuesta ante la mirada de todos en toda su crudeza, y a la que define la propia frase escrita por Beauvoir que resume y explica su propia actitud ante el mundo:”Nada nos limitaba, nada nos definía, nada nos esclavizaba”.

Esta biografía no dejará indiferente a los lectores porque en ella se expone, como en un rico caleidoscopio, la visión de unas vidas apasionadas que, en esta obra, se manifiestan mostrando la parte oscura, lúbrica y secreta, de dos destinos unidos en una misma pasión por aunar el arte, la vida y la búsqueda del placer, en una simbiosis total en la que se borrarn los límites y se traspasan todas las fronteras.
Ana Alejandre

© copyright 2006. Todos los derechos reservados

Apuntes biográficos


Jean Paul Sartre

Nació en París, el 21 de junio de 1905, donde cursó estudios en la Escuela Normal Superior de su ciudad natal y, después, en la Universidad de Friburgo (Suiza) y en el Instituto Francés de Berlín (Alemania). Más tarde, fue profesor de Filosofía en varios liceos desde 1929 hasta el comienzo de la II Guerra Mundial, que fue cuando se incorporó al Ejército.

Fue hecho prisionero por los alemanes, desde 1940 hasta 1941, año en el que fue puesto en libertad. Más adelante dio clases en Neuilly (Francia) y, posteriormente, en París, en donde colaboró con la Resistencia francesa. Las autoridades alemanas, que ignoraban sus actividades clandestinas, admitieron la puesta en escena de su obra de teatro antiautoritaria Las moscas (1943) y, más tarde, también permitieron la publicación del más famoso título de su trabajo filosófico El ser y la nada (1943).

En1945 decidió abandonar su actividad docente y fundó, entre otros, con Simone de Beauvoir, escritora e intelectual de gran resonancia con la que mantuvo una larga relación que duró varias décadas y que es el eje central de la biografía más arriba comentada-, Les Temps Modernes, revista política y literaria de la que fue editor jefe. Su fama de socialista independiente, sobre todo a partir de 1947, le vino dada por su constante crítica tanto contra la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) como contra Estados Unidos, durante los años de la Guerra fría.

En casi todos sus escritos de la década de 1950 aparecen reflejadas cuestiones políticas, con especial hincapié en sus denuncias de la actitud represora y violenta del Ejército francés en Argelia. Pro ese motivo, y a pesar de ser llamado reiteradamente a la actividad política de tendencias marxistas, Sartre nunca se afilió al Partido Comunista Francés, y pudo así conservar su independencia de juicio para criticar apasionada y reiteradamente las intervenciones militares soviéticas en Hungría (1956) y en Checoslovaquia (1968).

En 1964, rechazó el Premio Nobel de Literatura que le fue concedido, y adujo para tal negativa que su aceptación comprometería su libertad e independencia como escritor.

El 15 de abril de 1980, falleció en París este personaje influyente en las corrientes intelectuales y literarias de su época y cuya resonancia llega y perdura hasta el presente.


Ana Alejandre
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Cuentíssimos


Doble identidad


El trabajo era apasionante para ella aunque le restaba horas de sueño y de descanso, pero merecía la pena cuando veía el trabajo bien hecho y los resultados se palpaban en la excelente acogida que los lectores deparaban a sus reportajes, artículos y entrevistas. Era suficiente satisfacción al ver, en letra impresa, los resultados de aquella minuciosa investigación realizada la primavera pasada, cuando le avisaron que tenía dos meses para terminar de compilar la información y redactar el reportaje que tanto interesaba al periódico que se lo había encargado, un semestre tras. Recordaba los viajes cortos e intensos en el tiempo durante esos dos meses y en la larga distancia recorrida, por la multiplicidad de viajes rápidos en duración, para realizar los contactos que le aportarían los últimos y definitivos datos, los mismos que vertebrarían el reportaje que, con las pruebas y documentos necesarios y aportados, validarían la información ofrecida ante el asombro y la expectación de los lectores.

Allí veía en la pantalla del ordenador todos los nombres, cifras, fechas y lugares que describían, con la frialdad aséptica de un informe y la pasión y vehemencia de una realidad vivida y contrastada, la que, una vez descubierta públicamente, convulsionaría la opinión pública al destaparse aquel asunto escandaloso en el que se verían implicados nombres e instituciones, descubriendo una red de corrupción que haría tambalear a los cimientos de la propia Administración, desvelando una de sus muchas facetas ocultas para el público en general.

Había merecido la pena todo el esfuerzo y los años en los que tuvo que soportar situaciones insostenibles para poder estar en primera línea y vivir de forma personal y cercana una realidad que, vergonzosa, pondría de manifiesto aquel reportaje y las pruebas conseguidas a fuerza de paciencia, tesón y aguante ante unos hechos que no eran más que la evidencia de que algo olía a podredumbre en los círculos oficiales. Acababa de leer las galeradas, con las fotografías tomadas con cámara oculta, los documentos manuscritos y los testimonios de quienes, por miedo, preferían permanecer en el anonimato por temor a las represalias.

Por eso, era preferible segur como una corresponsal, anónima y desconocida, en un ambiente en el que era una pieza más del engranaje oficial, sin ninguna relación aparente, a no ser casual y anecdótica, con los medios de comunicación, entre los que se contaban las más importantes cadenas de televisión y los periódicos más influyentes. Sólo de esa forma, trabajando en el anonimato, podía vivir in situ las situaciones y los hechos objetos de investigación, con la cercanía y la implicación que permitía conocer, en sus más ocultos entresijos, el tema o cuestión objeto de investigación. En el fondo, ese trabajo apasionante era similar al que realizaba la policía en ambientes de la delincuencia, en los que se infiltraban los agentes como alguien también al margen de la Ley, para conseguir la obtención de datos que condujeran a la detención de los culpables de unos determinados hechos delictivos.

Ahora había llegado el momento de desenmascarar determinadas situaciones que se repetían, con demasiada frecuencia en los últimos años, en otros lugares con la misma organización jerárquica.

Apagó el ordenador, cerrándose la visión de aquellas páginas que muy pronto verían la luz, la misma luz que haría resaltar la verdad sobre unos hechos vergonzosos. Sólo tenía que darle el visto bueno a la redacción para que el reportaje siguiera su curso y saliera publicado cuando los responsables del periódico consideraran oportuno a sus diferentes programaciones.

Eso sí, como siempre en casos anteriores, el trabajo investigado y redactado por ella saldría a la luz con un nombre masculino, muy conocido y respetado, borrando toda referencia a su verdadera identidad: la de una corresponsal comprometida y experimentada que, en el anonimato de su verdadera identidad para los lectores y para quienes la conocían en los ambientes en los que realizaba las investigaciones para la realización de los reportajes encomendados, podía así vivir una doble vida; pero siempre al servicio de la verdad y el descubrimiento de unos hechos que la opinión pública tenía el derecho de conocer y juzgar.

Miró la pantalla negra en la que había desparecido todo rostro de claridad y sonrió porque, en contraste y como metáfora, sabía que ahora sí que se haría la luz sobre una verdad y unos hechos que había vivido en primera persona y de los que podía dar fe, datos, pruebas y testimonio de testigos de esa verdad irrefutable, aunque uno de dichos testigos fuera quien había redactado el texto; pero siempre oculta bajo aquella doble identidad que la protegía con su falsedad, en una extraña paradoja, de quienes temían que la verdad fuera descubierta porque con ella sería revelada su propia vileza,


Ana Alejandre


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Retratos ejemplares


Retratos Ejemplares
(ejemplos para no imitar)


El gilipollas

Es un espécimen muy abundante en la fauna ibérica de ambos sexos, en todos los ambientes laborales, académicos, sociales y políticos. La naturaleza de tal no le viene dada por una dificultad o minusvalía psíquica que le impida realizar las funciones intelectuales, ni disminuye su capacidad volitiva, en cuanto a que es capaz de plantearse un objetivo y orientar sus acciones a la consecución del mismo; sino que la naturaleza de gilipollas le viene dada en que no advierte nunca que sus medios son desmedidos, inadecuados, inoportunos o absurdos para conseguir sus fines, quedando, por ello, muchas veces, al descubierto su propia gilipollez, sin ninguna atenuante que lo justifique.

Siempre, se distingue a este ejemplar de la estupidez humana en que son aquellos que tienen la solución para todos los problemas, aunque no tenga ni una lejana idea de cuál es el problema que intenta resolver. No admite jamás no saber nada de un tema o asunto concreto y siempre alardea que sus sistemas de actuación y/o despiste ante los demás son infalibles, quedando, por ello, en multitud de ocasiones, en el más absoluto de los ridículos. Su fatuidad y sentido de la propia importancia, que sólo él sabe en qué radica, le convierte en el típico fantasmón al que todo le parece posible alcanzar por su aguda inteligencia, sobre todo en aquellas cuestiones en donde han fracasado otros anteriormente. Naturalmente, nunca admite un no de nadie ante sus deseos o expectativas, a las que sólo él considera legítimas, exigibles y, por ello, alcanzables, aunque para ello tenga que utilizar todo un arsenal de argucias, pretextos, métodos de acoso, engaños, o salidas de tono, sin olvidar en su actuación ninguna graduación de la memez y la más absoluta falta de juicio y autocrítica.

Cuando algo o alguien le niega algo, por lo que no puede alcanzar algún objetivo, su empeño en conseguirlo se multiplica porque no hay nada que le aumente más su deseo que la negativa u obstáculo para alcanzarlo. Por ello, no admite nunca un no, y se convierte, el sujeto activo de la negativa, en blanco de sus intentos continuados de acoso y derribo de la oposición manifestada, ya que el juicio inapelable del gilipollas tiene que primar sobre cualquier razón expuesta por quien no quiere cumplir los deseos o mandatos de este ejemplar de la intolerencia y la imbecilidad combinadas.

Su razonamiento, al igual que su lenguaje, es confuso, enrevesado, envolvente como una cortina de humo, para que el oponente no puede comprender qué es lo que le dice, quiere o, simplemente, expresa este mentecato en ejercicio y, por lo tanto, quede confundido su interlocutor y no pueda articular palabra o coordinar sus ideas. Ese deseo implícito de confundir es el que siempre alerta a su oponente de que algo trama en el laberinto de sus ideas tan confusas y enredadas como su lenguaje.
Sin embargo, este espécimen no es tonto, en el sentido exacto de la palabra, sino un "listo" que se pasa muchas veces de ídem y, por ello, no advierte el peligro que se puede ocultar detrás de la actitud paciente y, supuestamente, crédula de su interlocutor, la que, para este ejemplar de gilipollas, sólo es la muestra más evidente de que está en la inopia y es completamente inofensivo, además de ignorante de sus maquiavélicas intenciones. Por ello, es muy proclive a intentar que los demás, en el trabajo, en clase, en la familia o entre los amigos, le saquen "las castañas del fuego" los supuestos engañados por su verborrea confusa y diarréica, cuando les cuenta "el cuento de la buena pipa", con secreto regocijo al creer que el otro se lo ha tragado y que sólo le falta esperar para conseguir los frutos de su ingenio en forma de trabajo hecho por quien no le corresponde realizarlo, chuletas salvadoras de un examen conseguida a través del compañero "primo", excusa ante una situación embarazosa que le proporciona el pariente "panoli", o la situación ventajosa y abusiva obtenida de un amigo que se ha tragado el cuento chino de turno.

Este ejemplar, muy corriente en la sociedad de ahora y siempre, no ve nada más que aquello que le permite su egolatría, su vanidad y su propio egoísmo de gilipollas convicto y confeso. Por ese motivo, no es raro que meta la pata, una, dos, cien y mil veces, creyendo lo muy acertado de sus decisiones, de sus juicios de valor –más bien de desvalorización de todo y de todos, porque nadie está a su altura ni nada merece la pena ser tomado en consideración por este ejemplar de la imbecilidad activa-, y cuando se da cuenta de lo inapropiado de sus acciones y de sus palabras, ya es demasiado tarde, o demasiado pronto, porque la inoportunidad es una de sus características más acusadas, y es entonces cuando se da cuenta de que, desde el primer momento, el oponente a sus deseos, caprichos, o supuestos derechos, le ha tomado la medida y le ha puesto en cuarentena a él y a sus inefables ideas, tretas y manipulaciones, además de colocarle, definitiva e irrevocablemente, el cartel calificador en el que se puede leer una sola palabra que le abarca, define y califica, global y certeramente, y que no es otra que la de "gilipollas".


Ana Alejandre

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06 noviembre 2006

Próxima actualización de A vuelapluma: 20/11/06

Efemérides

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En octubre se han cumplido 50 años de la concesión del Premio Nobel de Literatura a Juan Ramón Jiménez, poeta español universal, cuya figura poética llena con su sonoridad y belleza lírica una parte importante de la literatura española del siglo XX.

Modernista y simbólico, supo aunar en su poesía la armonía rotunda de las palabras y el eco sonoro de esa luz del Sur que siempre le acompañaba, creando así su intensidad poética, gracias a una extrema sensibilidad que le permitía penetrar más allá de las apariencias para adentrarse en el verdadero significado de las cosas y poder extraer de ellas el don inagotable de la belleza.

Para rendirle un modestísimo homenaje -muchos otros le serán ofrecidos en los próximos dos años por diversas instituciones que honrarán su memoria-, a manera de recuerdo de su trayectoría vital y literaria, y con el ejemplo de cinco poemas de diferentes épocas, queda expresada mi admiración por este poeta que, siendo español, traspasó las fronteras del lenguaje para llegar a todos los confines con el eco profundo de su poesía imperecedera.
Ana Alejandre
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Poetas españoles


Apuntes biográficos
de Juan Ramón Jiménez


Nacido en Moguer (Huelva,) el 24 de diciembre de 1881. Estudio Derecho en Sevilla y en 1900 publicó en Madrid sus dos primeros libros, Almas de violeta y Nínfeas (los que, por estar impresos en violeta y verde respectivamente, tanto irritaron al poeta en sus últimos años, por lo que destruyó cuantos ejemplares pudo encontrar). Desde muy pronto sintió el influjo del simbolismo francés y el modernismo. Escribió tras obras poéticas: Rimas (1902), Sonetos espirituales (1917), Diario de un poeta recién casado (de 1917 y reeditado en 1948 como Diario de poeta y mar. Esa obra refleja la transición a lo que él mismo llamó la poesía desnuda, sin métrica formal y de una naturaleza más pura), Criatura afortunada, Sitio perpetuo, Flor que vuelve, Pájaro fiel, Estrofa, Arias tristes, Jardines lejanos (obra ésta última influída por su amigo Rubén Darío), Elegías puras, Elegías intermedias, Elegías lamentables, La soledad sonora, Pastorales, Melancolía, Laberinto, Estío, Eternidades, Piedra y cielo, Segunda antología poética, Poesía, Belleza, Canción y Romances de Coral Gables.
También, en prosa y verso, escribió: Poesía en prosa y verso, La estación total con las canciones de la nueva luz y Animal de fondo. Además, escribió en prosa: Platero y yo y Españoles de tres mundos.
En 1916 contrajo matrimonio con Zenobia Camprubí Aymar, traductora al español de Rabindranath Tagore.
Juan Ramón Jiménez murió el 29 de mayo de 1958, en San Juan de Puerto Rico, donde vivía exiliado por propia voluntad tras la Guerra Civil española.


Ana Alejandre

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Algunos poemas de Juan ramón Jiménez







IBA TOCANDO MI FLAUTA

Iba tocando mi flauta
a lo largo de la orilla;
y la orilla era un reguero
de amarillas margaritas.

El campo cristaleaba
tras el temblor de la brisa;
para escucharme mejor
el agua se detenía.

Notas van y notas vienen,
la tarde fragante y lírica
iba, a compás de mi música,
dorando sus fantasías,

y a mi alrededor volaba,
en el agua y en la brisa,
un enjambre doble de
mariposas amarillas.

La ladera era de miel,
de oro encendido la viña,
de oro vago el raso leve
del jaral de flores níveas;

allá donde el claro arroyo
da en el río, se entreabría
un ocaso de esplendores
sobre el agua vespertina...

Mi flauta con sol lloraba
a lo largo de la orilla;
atrás quedaba un reguero
de amarillas margaritas...



¡QUÉ TRISTEZA DE OLOR A JAZMÍN!

¡Qué tristeza de olor de jazmín! El verano
torna a encender las calles y a oscurecer las casas,
y, en las noches, regueros descendidos de estrellas
pesan sobre los ojos cargados de nostalgia.

En los balcones, a las altas horas, siguen
blancas mujeres mudas, que parecen fantasmas;
el río manda, a veces, una cansada brisa,
el ocaso, una música imposible y romántica.
La penumbra reluce de suspiros; el mundo
se viene, en un olvido mágico, a flor de alma;
y se cogen libélulas con las manos caídas,
y, entre constelaciones, la alta luna se estanca.

¡Qué tristeza de olor de jazmín! Los pianos
están abiertos; hay en todas partes miradas
calientes... Por el fondo de cada sombra azul,
se esfuma una visión apasionada y lánguida.




ESTOY TRISTE, Y MIS OJOS NO LLORAN

Estoy triste, y mis ojos no lloran
y no quiero los besos de nadie;
mi mirada serena se pierde
en el fondo callado del parque.

¿Para qué he de soñar en amores
si está oscura y lluviosa la tarde
y no vienen suspiros ni aromas
en las rondas tranquilas del aire?

Han sonado las horas dormidas;
está solo el inmenso paisaje;
ya se han ido los lentos rebaños;
flota el humo en los pobres hogares.

Al cerrar mi ventana a la sombra,
una estrena brilló en los cristales;
estoy triste, mis ojos no lloran,
¡ya no quiero los besos de nadie!

Soñaré con mi infancia: es la hora
de los niños dormidos; mi madre
me mecía en su tibio regazo,
al amor de sus ojos radiantes;

y al vibrar la amorosa campana
de la ermita perdida en el valle,
se entreabrían mis ojos rendidos
al misterio sin luz de la tarde...

Es la esquila; ha sonado. La esquila
ha sonado en la paz de los aires;
sus cadencias dan llanto a estos ojos
que no quieren los besos de nadie.
¡Que mis lágrimas corran! Ya hay flores,
ya hay fragancias y cantos; si alguien
ha soñado en mis besos, que venga
de su plácido ensueño a besarme.

Y mis lágrimas corren... No vienen...
¿Quién irá por el triste paisaje?
Sólo suena en el largo silencio
la campana que tocan los ángeles.



TAL COMO ESTABAS

En el recuerdo estás tal como estabas.
Mi conciencia ya era esta conciencia,
pero yo estaba triste, siempre triste,
porque aún mi presencia no era la semejante
de esta final conciencia

Entre aquellos geranios, bajo aquel limón,
junto a aquel pozo, con aquella niña,
tu luz estaba allí, dios deseante;
tú estabas a mi lado,
dios deseado,
pero no habías entrado todavía en mí.

El sol, el azul, el oro eran,
como la luna y las estrellas,
tu chispear y tu coloración completa,
pero yo no podía cogerte con tu esencia,
la esencia se me iba
(como la mariposa de la forma)
porque la forma estaba en mí
y al correr tras lo otro la dejaba;
tanto, tan fiel que la llevaba,
que no me parecía lo que era.

Y hoy, así, sin yo saber por qué,
la tengo entera, entera.
No sé qué día fue ni con qué luz
vino a un jardín, tal vez, casa, mar, monte,
y vi que era mi nombre sin mi nombre,
sin mi sombra, mi nombre,
el nombre que yo tuve antes de ser
oculto en este ser que me cansaba,
porque no era este ser que hoy he fijado
(que pude no fijar)
para todo el futuro iluminado
iluminante,
dios deseado y deseante.




EL VIAJE DEFINITIVO

Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;
y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas las tardes el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincon de aquel mi huerto florido y encalado,
mi espiritu errará, nostalgico.

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.

Al filo de los días


Internet, los libros y la feria de Francfort


En esta famosa feria de editores, entre los cien mil nuevos títulos presentados, existe un gran número de ellos que aparecen en los soportes digitales tipo CD, DVD, audiolibros y otros formatos como mp3. Esta gran afluencia de las nuevas tecnologías en el sector del libro produce que el mensaje y el medio o soporte se confundan, por lo que se presentan novelas, po ejemplo, que anteriormente habían sido escritas en forma de blogs en internet, como es el caso de la escritora chilena Francisca Solar que ha obtenido un gran éxito. Sin embargo, no todo son bonanzas en estas nuevas aventuras editoriales, porque algunos blogs literarios de éxito en internet, una vez editados en papel, han fracasado en las librerías, como es el caso de Penguin con el blog de Catherine Sanderson “La petit anglaise” que recibió un millón de dólares por dos libros. También han tenido unas ventas flojas el blog de un abogado o el de un taxista de Nueva York, que disfrutaban de una gran acogida en la red, mientras que, para gran sorpresa de todos, el éxito más sonado es el blog de una madre que lucha por cocinar las recetas que ofrecen los diversos programas culinarios de la televisión y cuenta sus peripecias. Todo el misterio sobre el posible éxito o fracaso de un libro se extiende, desde las de papel únicamente, a las obras previamente publicadas en internet, algunas de las cuales obtienen un éxito clamoroso en ese medio y fracasan después, una vez trasladadas al papel, demostrando con ello que no hay recetas infalibles a la hora de saber cuál es el truco, el libro, el tema o la técnica a emplear para conseguir que una determinada obra sea aceptada o no en un medio y no rechazada en otro.

No hay que olvidar que internet es actualmente un medio valiosísimo para hacer llegar la alfabetización y la educación a poblaciones enteras aisladas de cualquier parte del mundo que utilizan la potente red de redes para recibir educación y conocimientos y son más de setecientos millones de analfabetos los que se benefician de esta vía de comunicación que está demostrando ser una potente arma de enseñanza a distancia, muchas veces, la única posible para llegar a poblaciones aisladas que reciben así un medio extraordinariamente eficaz como vehículo de comunicación y de educación. La Feria de Francfort ha creado, por ello, la sección denominada “El futuro de la educación” para atender a esos setecientos millones de iletrados, entre los que se cuentan muchos analfabetos funcionales en Occidente, incapaces de leer o escribir más allá de un texto breve.

La presidenta de la Unión Internacional de Editores ha explicado que “un tercio de todos los libros del mundo se publican en el mercado sudamericano, otro tercio en Europa y algo menos en el área asiática del Pacífico”. El resto parece ser que no lee o lo hace solamente en internet.

Por otra parte, se ha demostrado en esta Feria de Francfort y con relación a las obras consultadas en la red, que la obra más buscada en ella es el Corán, lo que nos debe hacer meditar sobre la influencia de la religión musulmana que es cada vez más acusada sobre gran parte de la población inmigrante en Europa y las implicaciones que éste fenómeno cultural-religioso puede tener, a medio y largo plazo, sobre la cultura occidental.

También, y en cuanto a hábitos de lecturas en internet, se demuestra que en la red se lee buscando determinados conceptos y se llega hasta autores consagrados que han hablado sobre el tema del que se realiza una consulta, es decir, se busca el término o la palabra y de ahí se llega a un determinado autor . Por ello, Google, la gigante americana en internet, está queriendo ofrecer a los internautas el acceso a obras literarias completas y no sólo a títulos y reseñas, con lo que este medio se puede llegar a convertir en una biblioteca universal al alcance de todos, incluso de los que no tienen demasiada aficción a los libros y la lectura que son, precisamente, los más necesitados de alicientes y facilidades para llegar a ellos. Además, hemos podido saber que aparte del Corán, una determinada guía de flores, un manual sobre robots todoterreno, otro que trata sobre tipos de interés (financieros) y la crítica anti Bush de Chomsky son las obras más buscadas en el mayor buscador del mundo, o sea, Google. En cuanto a España, una relación o compilación de nombres para recién nacidos y “La Administración moderna” son los libros más buscados. En Alemania el título más buscado es el Kama Sutra; en Francia los libros sobre anatomía y matemáticas. Estos datos contradicen las listas de los libros más vendidos que se publican periódicamente en la prensa especializada, lo que demuestra que los gustos y preferencias en internet son diferentes a las obras preferidas por el público de venta en librerías. Es como si el papel impreso y la realidad virtual fueran por caminos distintos y paralelos y el internauta ,cuando consulta o lee en la red, muestra unos gustos y preferencias distintos a los que tiene a la hora de elegir y comprar un libro impreso.

Por todas estas tendencias demostradas en la red, “Abebooks” el mayor centro de venta de libros usados en internet, con cien millones de títulos catalogados, va a realizar una nueva catalogación y crear un nuevo algoritmo combinado de búsqueda. Sin embargo, a pesar de los datos anteriormente expuestos, se puede afirmar que el mayor potencial digital o virtual no es lector, sino buscador: las enciclopedias, diccionarios de idiomas y obras de consulta en general se utilizan en la red, por lo que su venta en papel impreso ha descendido y tiende a desaparecer porque, teniendo la posibilidad de consultar estas obras en la red, nadie pagará y almacenará los diferentes volúmenes de estas obras de consulta que son voluminosas, en general.Por todo ello, Anna Metzner, del Circulo para la Publicación Electrónica afirma que :“Los jóvenes buscan, se informan y aclaran sus dudas en internet.”lo que ha hecho descender la venta de estas obras de consulta incluso en soporte digital: CD-ROM o DVD, aunque los editores de estos afirman la mayor calidad contrastada de sus obras digitales frente a internet, ya que, por ejemplo, un artículo de Wikipedia, el ejemplo más conocido de la información enciclopédica gratuita en internet “puede tener fallos”, según admite su portavoz, Anne Klempert, pero, continua diciendo, “la probabilidad de pronta corrección es muy alta”. Según refleja una encuesta entre editores, un sesenta por ciento de ellos estima que la venta en CD o DVD va a desaparecer y éstos se descargarán, a menor precio, de la propia red.

Por otra parte, el proyecto de Google de proporcionar extractos de todos los libros del mundo, desde hace dos años, es muy criticado por editores, que están digitalizando y facilitando textos para el programa paralelo Google Book Search, que buscará en páginas y las mostrará sueltas, indicando dónde acceder al libro. La Asociación de Editores Alemanes, de forma previsora, se está adelantado a esto y a un desfase como el reciente de la industria discográfica, creando su propia base de 100.000 títulos (VTO), con extractos o textos completos para asegurar que «editor y autor mantengan el dominio sobre sus obras». Esta es una forma de responder a Google, aunque esperan que el buscador contacte con ellos para cooperar en esta misión.

El director del proyecto habló de una posible «primera piedra dentro de una biblioteca europea en internet». Hay que tener en cuenta que la edición y descarga de libros científicos en internet duplica ya a la publicación en papel. «El libro en este segmento es cada vez más superfluo», dice el director del Instituto de Ciencias del Libro de Maguncia. Ana María Cabanellas, presidenta de los editores, quien resta importancia a las nuevas tendencias editoriales ya que, según afirma que los 70.000 millones de euros que mueve el libro en el mundo superan la facturación del vídeo, CD, música descargada de internet y juegos de ordenador..

El futuro del libro parece esperanzador, tanto sea electrónico como en papel-que nunca podrá ser reemplazado por otro soporte, sobre todo en obras de literatura, ensayo, biografía, historia, etc., porque una cosa es consultar una palabra, artículo o definición en la pantalla del ordenador y otra muy distinta es la de poder leer "Guerra y Paz" o "Don Quijote de la Mancha" en una pantalla, porque no habría ojos que aguantaran el suplicio; ni tampoco el libro de siempre, con sus hojas recién impresas y con olor a tinta fresca, perderá su encanto y la magia que ofrece cuando abre sus páginas y ofrece el universo de sensaciones, magia y misterio que todo libro representa, sustituído por todas las ventajas que los nuevos hallazgos de la electrónica puedan ofrecer a cambio.
El papel del libro, impreso o digital, es importante e imperecedero, como soporte y vía de la cultura y el conocimiento; pero nunca podrá reeemplazar la pantalla de un ordenador a la fascinación que un libro impreso en papel representa para quienes, lectores de verdad, nos sentimos prendados y enganchados a la página impresa de un libro de siempre, que te acompaña a cualquier lado y que no depende de ningún requisito añadido para ser leido, además del deseo, la complicidad y la atención del lector, que siempre es quien le da protagonismo y sentido a la obra escrita, en forma de libro, y revalida así su papel de transmisor del pensamiento y la cultura.

Ana Alejandre

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Retratos ejemplares


Retratos ejemplares
(ejemplos para no imitar)

Se puede confiar en las malas personas;
no cambian jamás . (William Faulkner)
La arpía


Este prototipo se da en todas las clases sociales, culturales y en ambos sexos, en cuanto a la maldad se refiere, pero este apelativo es exclusivo siempre del prototipo femenino, ya que la propia acepción del término es: 1. “Monstruo fabuloso con rostro de mujer y cuerpo de ave de rapiña.” Y 2. “Se aplica a una mujer mala, de mal carácter, que usa un lenguaje insultante y grosero.” En este segundo significado habría que añadir que el lenguaje grosero puede no ser necesario en todos los casos como característica definitoria de este espécimen peligroso, porque muchas veces el lenguaje de la arpía es sinuoso, insidioso y calculado en sus efectos.

Es, por tanto, un prototipo femenino –sin que ello conlleve implícitamente la idea de que el ser perverso y maléfico no se pueda dar en el género masculino, de lo que hay demasiados ejemplos-. Aceptando, en este caso, la definición de arpía exclusiva para uno de los sexos, el femenino, nos encontramos a este tipo de personas representado por una mujer de cualquier edad y condición, nivel cultural y social, profesión, si la tuviera, y capacidad, por lo que, algunas, han cursado estudios medios o superiores, pero realizados sin vocación ni entusiasmo, buscando sólo el título que las distinga, por esa búsqueda constante de las meras apariencias.
Si está casada y, además de madre de familia, trabaja, suele hacerlo siempre con, independencia de su valía, en un puesto que le otorgue cierto mando, para lo que suele estar dotada, ya que si algo le gusta es mandar e imponer su voluntad a todos e intentar siempre que los demás hagan su santa voluntad, porque ésto es consustancial a su temperamento dominante y soberbio

No suele tener aficiones, porque nada le gusta y todo le aburre, por lo que su conversación es bastante limitada, al igual que su inteligencia, su educación y su cultura, porque no ha leído más libros que los que le han exigido durante su etapa de estudiante, si alguna vez lo fue y, desde entonces, el único libro que lee es el de cuentas, por eso del ahorro y la economía en los que es toda una experta –reflejado en la simbología de las características de ave de rapiña- y, por ello, en su trato cotidiano, suele ahorrar simpatía, calidez humana y respeto al prójimo, ya que los considera un gasto inútil que no le depara ganancia alguna que es lo que, en verdad, siempre busca en sus relaciones personales, familiares y laborales..

Cuando desempeña un trabajo suele ser del tipo de “especialista” o “técnica” en algo, aunque nunca demuestre realmente cuál es su especialidad, ya que el puesto siempre es genérico y difuso, al igual que el conjunto de sus obligaciones, aunque este personaje prototípico es especialista, únicamente, en crear la discordia y la desunión, tanto en las relaciones personales y familiares como en las laborales, en cuya innoble misión demuestra siempre que sí es una técnica cualificada y ,por ello, genera, con su sola presencia, un malestar general en la empresa u organización en la que trabaja, creando un clima de descontento generalizado y rivalidad entre el personal, en el caso del mundo laboral, o suele provocar la discordia en el seno familiar, procurando, con sus intrigas y la elaboración de rumores, chismorreos y malévolas insinuaciones siempre difamatorias, crear sospechas entre unos y otros miembros de la familia, grupo de amigos o compañeros de trabajo. Para ello, se vale de todas las tretas imaginables, realizando acciones ilegales o, al menos, deshonestas, como es la escucha de conversaciones privadas o el espionaje, para lo que no tiene escrúpulos en instalar micrófonos ocultos y demás artilugios; realizando también actos reprobables para, después, achacar su autoría a terceras personas inocente; o bien, haciendo comentarios y creando rumores, que suele achacar a otros de una manera implícita; pero procurando, en todo momento, quedar a margen del problema suscitado por sus malas artes con el latiguillo acostumbrado para este arquetipo de la inidia humana que es “a mí no me metas en líos” o “yo no de este asunto no quiero saber nada”, olvidando que es la autora de dichos problemas, líos o asunto de los que se quiere zafar, una vez conseguida su meta que es siempre conseguir hacer efectivo el dicho de" divide y vencerás".,

Por su tendencia innata a la intriga y la manipulación, en el ámbito familiar suele hacerse amiga y confidente, aunque sólo en apariencia, de los otros miembros disidentes, rebeldes o, simplemente vinculados por lazos políticos – sus tácticas varían desde buscar la complicidad entre concuñados para aliarse en contra de la familia de los propios cónyuges, por ejemplo, o realizar una labor secreta y constante para desunir a quienes están unidos por lazos de afecto o amistad-, así como intenta separar a los nuevos amigos, compañeros de trabajo, etc, llegados al grupo, o al centro laboral, a los que intenta avisar de quiénes son los componentes del mismo a los que “debe evitar” por ser problemáticos, raros o difíciles, creando siempre así un muro invisible de incomunicación y desprestigio a quien no le ríe las gracias, no se deja manipular por la arpía y sus tejemanejes o, simplemente, le estorba para sus ocultos objetivos nunca confesados.

Esto misma actitud de intriga y discordia la mantiene en el mundo laboral en donde procura hacerse amiga aparente de los pelotas, correveidiles y cotillas más afamados dentro de la organización, con los que con frecuencia va a tomar café o comparte charlas y corrillos, pero siempre dentro del margen acotado de unas relaciones en las que prima el chivatazo, la delación y las acciones más infames hechas por encargo de quien delega en otros los trabajos sucios de los que la arpía, aún siendo la inductora o cómplice necesaria, prefiere permanecer al margen, por eso de la categoría laboral y sus exigencias,que cree ostentar, o en función de sus propios intereses que son los que priman siempre por encima de cualquier escrúpulo, de los que parece estar exenta.

Desprecia a todos los miembros de la familia, amigos y conocidos a los que no puede manipular a su antojo y, por supuesto, a los compañeros o empleados de la empresa u organización en la que simula trabajar y a los que aparenta tratar como iguales -aunque es difícil igualar en catadura moral a semejante hiena- , incluidos a sus supuestos iguales jerárquicos de quienes siempre se siente superior por méritos y capacidad, aunque nadie más piense que es así porque, además de inoperante e inútil, es bastante dada a la incapacidad para desempeñar un cargo y oficio que no sea puramente rutinario y mecánico en su cometido, ya que carece de capacidad de improvisación en un momento dado, además de iniciativa y rapidez mental, por lo que es adecuada únicamente a las tareas de simple control del trabajo ajeno, debido a su frialdad de carácter y a su tendencia a la intolerancia, lo que se puede ver en su rostro en el que no se aprecia nada más que una acusada falta de expresividad emocional, frialdad y antipatía.

Tiene la rigidez y dureza, en su conducta, de todos los que son poco inteligentes, pero posee una astucia muy acusada en conseguir sus propósitos que, muchas veces, se reducen a hacer la puñeta al prójimo que no se avenga a sus deseos o no quiera hacerle la pelota, debilidad de toda arpía en cuanto a buscar la sumisión y la total docilidad de los otros, especialmente de los subalternos y supuestos amigos a los que desprecia; pero utiliza para sus fines, por su innata capacidad para la hipocresía y la dualidad

Si está casada, su matrimonio suele ser bastante insatisfactorio para ella y, sobre todo, para su marido, pues éste suele ser un hombre expansivo y vital, en total contradicción con la sequedad amarga de la arpía, y por ello suele huir de las asperezas angulosas caracterológicas de su mujer, en busca de la cálida armonía y del atractivo de otras mujeres con mayor feminidad y gracia. Por esa insatisfacción emocional y sexual acusada, suele gustarle fastidiar a los demás que, aunque no le aporta el mismo placer, por lo menos, le proporciona alguna satisfacción compensatoria de tan largas temperadas de abstinencia. No es extraño, por ello, que odie a toda mujer que no tenga sus mismas características de rigidez mental, sequedad emocional o de falta de feminidad de la que adolece la arpía, además de que pueda ser más atractivas, inteligentes, culta o independiente de criterio, lo que le hace ser un perfecto blanco de las insidias de ese ave carroñera, por el simple hecho de que se encuentre por el mismo camino por el que transita su amargura insatisfecha, y a la que declara una guerra sorda y constante en la que intenta ganar la batalla que libra con sus propios fantasmas de mujer carente de toda gracia; batalla, además, que siempre termina perdiendo, porque no se gana ninguna batalla en la que la iniquidad y la cobardía sean las únicas armas para quien no conoce más artes que las que le ha enseñado su propia naturaleza de arpía, que es igual que decir su propia y natural vileza.

No goza de simpatías, pero todos los que la rodean le temen porque saben cuál es la verdadera especialidad de la experta en materias tan indescifrables como sus propias ideas, cocidas al fuego lento de su mala leche y puestas en práctica en el páramo existencial que es su vida de mujer insatisfecha, dominante, envidiosa y prepotente.Por ello, en su vida privada no tiene demasiados amigos porque no es dada a cultivar las relaciones humanas para las que carece de la generosidad y la capacidad de compartir necesarias; y en el trabajo tampoco tiene compañeros, a su juicio, sino sólo compinches a los que desprecia y que le cuentan los cotilleos y le mantienen informada sobre las idas y venidas, conversaciones, rumores, disidencias y sucesos cotidianos que, después, sabe utilizar para su provecho y en perjuicio de otros.

Suele tener escasa o nula inteligencia emocional, educación, en el sentido real de la palabra ,y menos aún, respeto por los otros, quizás por sentir indiferencia, cuando no desprecio o envidia, la más letal de las emociones, debida a su creencia implícita en su propia y supuesta superioridad que pone en evidencia en gestos y actitudes y que sólo se basa en su propia indiosincrasia en la que predomina la ambición, la maldad y la hipocresía. Por todo ello, demuestra,cuando quiere ofender o menospreciar a alguien -cosa tan habitual en alguien tan sobrado de vileza-, algunos de los gestos o actitudes injuriosas siguientes: hacer comentarios negativos en público sobre el físico, carácter o características personales de quienes envidia y, por ello, ataca; taparse la cara cuando se cruza con alguien como queriendo aparentar que el otro le molesta con su sola presencia; propalar rumores falsos y vejatorios contra el blanco de la arpía para desacreditarlo ante los demás, sobre todo cuando esos otros muestran admiración, afecto y respeto por el blanco de las iras de este trasunto entre mujer y ave de carroña y un largo etcétera en el que no falta ningún aspecto de la hipocresía, la manipulación y la maldad gratuita, sobre todo gratuita, porque si algo le espanta de verdad a este dechado de virtudes escabechadas en el vinagre de su propia acidez envidiosa, es que no le gusta gastar ni dinero ni esfuerzos en el trabajo, empatía o generosidad hacia el prójimo, capacidad de afecto, simpatía o comprensión, y sólo gasta mala educación, grosería, insolencia y, en algunas ocasiones, supuestas “bromas”, a pesar de la su total carencia de sentido del humor y que no esté basado en zaherir y burlarse de los demás, en las que siempre se oculta el deseo de humillar, ridiculizar o expulsar del ambiente familiar, del grupo de amigos, trabajo u organización a quien le molesta y le incordia porque le pone en evidencia su propia mediocridad, en comparación, ya sea por la negativa del blanco de sus dardos envenenados, en otro muñeco de guiñol que la arpía pueda manejar a su antojo; pero estos actos de humillación, acoso, y ridiculización del otro, sea en forma de indirectas, groserías evidentes, faltas de respeto o simples “bromas” -en este último caso son siempre actos anónimos y los realiza de forma mediata, utilizando los servicios de los parientes, amigos, compañeros de trabajos o subordinados-, son los que ponen de manifiesto la verdadera naturaleza de esta arpía profesional, simple ama de casa, universitaria o sin estudios, empleada o ejecutiva y, en ocasiones, esposa, madre e hija, pero lo que sí es siempre, sin excepción alguna, una hija de p...



Ana Alejandre

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20 octubre 2006

Cronica cultural y literaria


La noticia cultural y literaria por excelencia y que eclipsa a las restantes, es la que protagoniza hoy, 20 de octubre, Oviedo, bella ciudad en la que se han concedido los Premios Príncipes de Asturias, que cumplen 25 años en esta edición, en un emotivo y concurrido acto en el Teatro Campoamor, siendo los galardonados, en sus diferentes áreas, los siguientes, relacionados en el mismo orden en el que fueron entregados los diferentes galardones:

National Geographic Society, Premio de Comunicación y Humanidades.

Selección Española de Baloncesto, Premio de Deportes.

Juan Ignacio Cirac, Premio de Investigación Científica y Técnica,

Paul Auster, Premio de las Letras.

Pedro Almodóvar, Premio de las Artes.

Bill Gates y esposa, Premio a la Cooperación Internacional.

Mary Robinson , Premio de Ciencias Sociales.
(ex-presidenta de Irlanda)

Isabel Croqwley,, Premio de la Concordia
(Directora del Fondo de Maciones Unidas para la Infancia)

Abrió el acto el discurso pronunciado por el escritor estadounidense Pal Auster y finalizó con el pronunciado por el Príncipe de Asturias.

En los pasados días, algunos de los galardonados han participado en diversos actos en Asturias, como el protagonizado por Almodóvar y Auster, que ofrecieron el jueves por la noche, en Gijón, un coloquio en el que trataron en común sobre las raíces de sus impulsos creativos.

Mary Robinson, Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales,llegó al Principado el mismo viernes y en su rueda de prensa se ha referido al proceso de paz en el País Vasco y vaticinó "mucho sufrimiento" aunque afirmó que éste "merecerá la pena" refiriéndose a los resultados que se pueden obtener, pero olvidando añadir que será la ETA y sus aledaños los favorecidos por el "mucho sufrimiento" de las víctimas y el pueblo español, en general, porque no se puede extrapolar lo sucedido en Irlanda, en esa cruenta guerra civil entre católicos y protestantes que empezó hace siglos, a España donde sufrimos el zarpazo sangriento de la simple, pura y dura acción terrorista.

Es curioso que se le haya dado este premio a alguien que ve positivo el "proceso de paz" -que no es más que una claudicación ante el mundo etarra y sus exigencias- que sufrimos los españoles en estos momentos.

¿Casualidad u opotunismo es dicha concesión? Los lectores inteligentes tienen la palabra.


Ana Alejandre

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Paul Auster



Paul Auster

Paul Benjamin Auster nació en Newar, estado de New Jerrsey (Estados Unidos), el 3 de febrero de 1947, hijo de Samuel Auster yQueenie, matrimonio que ejercieron diversos edificios en Jersey City.

Auster tuvo desde la infancia una apasionada afición por la lectura, siendo sus escritores favoritos Miguel de Cervantes (su libro preferido es "El Quijote"), Fedor Dostoievski, Edgar Allan Poe, Franz Kafka, Samuel Beckett o William Shakespeare, Nathaniel Hawthorne, entre otros.

Cursó estudios secundarios en el instituto Marplewood y después viajó por diferentes países europeos, como,España, Italia Francia o Irlanda. Más tarde, estudió lengua y literatura inglesa en la Universidad de Columbia, en la que se graduó en 1970. En esos años mantenía relaciones sentimentales con Lydia Davis, hija del escritor Robert Gorham Davis.

Una vez finalizados sus estudios trabajó, por mediación de su padrastro Norman Schiff ( el nuevo marido de su madre, tras divorciarse de Samuel Auster), en un petroleru y, posteriormente, viajó a Francia. En dicho país trabajó como traductor de autores franceses, especialmente poetas, hasta su regreso a los Estados Unidos en 1974, en cuyo año se asentó en Nueva York y se casó con Lydia con la que seguía manteniendo su noviazgo.

En Nueva York comenzó a trabajar como periodista, escribiendo en "The New York Review of Books" y en "Harper’s Saturday Review". A mediados de la década de los 80 y después de su etapa de escritor de poesía, y ensayos Auster debutó como novelista con "Jugada de presión" (1982), que fue publicada con el pseudónimo de Paul Benjamin. Em ese año publicó el libro de corte autobiográfico "La invención de la soledad" (1982).

Para entonces ya estaba divorciado de Lydia, se divorciaron en 1981, y Paul se casó con la escritora noruega Siri Hustvedt, con la que ha tenido dos hijos, Daniel y Sophie, y fue a partir de entonces cuando Auster fue conocido internacionalmente al publicar con éxito "La Trilogía de Nueva York", tríada de novelas del género de intriga formada por "La ciudad de cristal" (1985), "Fantasmas" (1986) y "La habitación cerrada" (1986).

Más tarde, Auster publicó otros libros como "El país de las últimas cosas" (1987), "El palacio de la luna" (1989), "Pista de despegue" (1990), "La música del azar" (1990), "El cuento de Navidad de Auggie Wren" (1991), "Leviatán" (1992), "El cuaderno rojo" (1993), "Mr. Vértigo" (1994), "Smoke" (1995), "A salto de mata" (1997), "Heridas de amor" ( cuyo título inglés es "Lulu on the bridge") (1999), "Sophie Calle: Doble Juego" (1999), "Tombuctú" (1999), "El libro de las ilusiones" (2002), y "La noche del oráculo" (2003).

También ha escrito poesía, de la que fue un traductor de los grandes poetas franceses y a la que reconoce como una gran inspiradora de su propio talento creador, y ha publicado un poemario titulado "Cimientos" (1990), una colección de relatos titulada "Creía que mi padre era Dios" (2002), que reunía historias enviadas por oyentes de un programa de radio, y también escribió algunos guiones cinematográficos como "Smoke", que fue una película dirigida por Wayne Wang , y basada en su propia obra, "Blue in the face" (1995). Este film co-dirigido por Wang y el propio Auster, quien, posteriormente, dirigió en solitario "Lulu on the bridge" (1999).

Paul Auster destaca como un excelente narrador de historias enigmáticas y sugerentes en relación con el problema de la identidad personal, situadas en ambientes urbanos y realistas a los que añade ciertos aspectos mágicos a esa realidad matizada por la intriga y el misterio, además de la importancia del azar, las circunstancias personales y el propio destino.

Su última novela publicada es "Brooklyn Follies" (2006) -que está dentro de la lista de los libros más vendidos en España en las últimas semanas- y cuya historia que está protagonizada por Nathan Glass, un hombre que regresa a su Brooklyn natal con el propósito de escribir un libro después de superar el cáncer que padecía y divorciarse de su mujer, es una narración que cautiva al lector desde el primer momento y se ve atrapado por el apasionante mundo de Auster, este extraordinario contador de historias de las que todos, de una u otra forma, nos sentimos parte por la sorprendente y magistral carnalidad que le otorga a sus personajes.

No es extraño, por ello, que a Paul Auster le hayan concedido el Premio Príncipe de Asturias de las Letras de este año, porque es un mago que sabe atrapar en su prosa todo el misterio y el enigma de la vida humana; pero conjugándola magistralmente con la realidad prosaica y cotidiana de cualquier ciudadano, independientemente del país en el que viva, en este complejo siglo XXI.

Ana Alejandre
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Retratos ejemplares - Wl pseudo caballero



Retratos ejemplares
(ejemplos para no imitar)
No hay mayor placer que ser tratado como un idiota por un imbécil (Oscar Wilde)

El pseudo caballero

Le gusta vestir con cierta elegancia, para lo que se encarga, algunas veces, los trajes a medidas y, sobre todo, las camisas, a las que dedica una especial atención. Todo debe ser, o parecer, único, exclusivo y hecho a su medida, al igual que la conciencia que, según el día de la semana y la ocasión, se la ajusta a las necesidades del caso, en justa correspondencia a su proverbial afición a la simetría y la proporción.

Su seguridad en sí mismo se basa, primordialmente, en utilizar a los demás como peana para alzarse sobre ellos, cosa natural para quien siempre debe quedar por encima -olvidando el conocido axioma que afirma que el simple hecho de querer quedar por encima es un reconocimiento implícito de estar por debajo-, lo que le lleva siempre a poner en duda la inteligencia, el talento, la cultura, la clase y la honestidad de los demás, por eso de que aquello de lo que se carece no se puede reconocer en los otros.

No admite más amabilidad hacia los demás que aquella que tenga como destinatario a alguien igual o superior en jerarquía o poder, según su propio baremo de calidades y excelencias, porque utilizar la cortesía con inferiores supone, para alguien como el pseudo caballero, rebajarse a su altura. A los "inferiores", según su juicio, en categoría social, laboral, o jerárquica, sólo los ignora o los utiliza para aquellos trabajos serviles, molestos o desagradables, impropios de todo caballero. Si alguna vez es agradable con alguien " inferior" a su nivel, -todo ello a su juicio, naturalmente, que suele ser muy poco acertado- es para conseguir un fin, aunque sea indirecto, o para despistar a quien recibe sus constantes muestras de cortesía porque, a sus espaldas, se burla de la supuesta candidez de aquél. Naturalmente, su principal afición, en alguien tan desprovisto de inquietudes de cualquier tipo que no sean las de mostrar siempre su falta de escrúpulos, es intentar burlarse de los demás a través de bromas anónimas, que considera muy ingeniosas y divertidas, consistentes en ridiculizar públicamete a alguien de formas diversas: negarle el saludo públicamente, unas veces; saludarle continuamente en otras ocasiones, imitar ruidos raros delante de la persona burlada, etc, y toda clase de acciones propias de un quinceañero maleducado y no de un aspirante a caballero, además de la diversión que le supone realizarlas, según la temporada o la ocasión propicia para despistar al receptor de la broma, porque todos saben quién es el autor de los hechos menos la víctima de ellos que, supuestamente, sigue en la inopia, "deslumbrada" por la inteligencia de su burlador, Por esa afición a las bromas, o por su peculiar sentido del humor, basado en reírse de los demás o, al menos, intentarlo, todo se lo toma a broma: el trabajo, el adulterio frecuente -siempre que sea él quien lo cometa y no su esposa porque eso no tendría ninguna gracia para el aspirante a caballero y bromista en ejercicio-, la responsabilidad laboral o profesional, el respeto a los demás, la hombría de bien, el sentido de la dignidad y la decencia, pues estas son cuestiones que por no serle conocidas y, menos aún, ejercidas, le parecen meras palabras, sin significado alguno.

Suele ocupar un cargo ejecutivo, pero sin excesiva responsabilidad, en una empresa familiar o de amigos, pero siempre gracias a las relaciones familiares o amistosas o algún puesto intermedio en la Administración, sacado por oposición, eso sí, que es el único y último esfuerzo que hace en todo el resto de su vida, porque, lo que de verdad le gusta, es vivir de rentas producidas por el trabajo de los demás.

Por supuesto, el trabajo le da alergia, y no primaveral, sino durante todas las estaciones del año, por lo que suele tener fama de vago y de delegar sus responsabilidades en otros: secretarias, colaboradores, ayudantes, etc,; y sólo cumple con sus obligaciones imprescindibles porque en ello se juega el sueldo que, es al fin y al cabo, lo único que le importa al aspirante a caballero y vividor de oficio y con beneficio. Por ello, siempre suele buscar a una rica heredera para esposa y si no lo consigue, misión difícil para quien sólo tiene planta - y de ahí le viene el complejo físico de "guaperas" y por consiguiente, el complejo psíquico de ser superior, lo que le provoca la sensación de estar por encima de todo y de todos, especialmente, del bien y del mal- y, sobre todo, mucha ambición, se conforma con menos capital, pero siempre que su futura esposa tenga un apellido ilustre, conocido, o que sea "pariente de", pero procurando tener muchos hijos con ella -que suele ser tonta y bastante pasiva, mujer ideal para todo aspirante a caballero que se precie-, y así tenerla ocupada para que no le dé la lata y no se entrometa en su vida: la doble y triple que vive quien, como todo vividor, sabe tirar la piedra y esconder la mano y con la otra señalar al prójimo.

Le gusta decir que practica algunos deportes -aunque su única afición deportiva sea el "dolce far niente", (el dulce no hacer nada)es decir, no dar un palo al agua-; pero todas sus aficiones deportivas, sin excepción, son siempre elitistas y aptas para cuentas corrientes saneadas; la hípica, el golf, la vela, etc.; aunque no practique ninguno, pero sea socio del club de golf más próximo y haga un esfuerzo para pagar la cuota y sólo corretee por el campo intentando poder atinarle un solo golpe a la dichosa pelotita; al igual que intenta ser socio del club de hípica sin tener idea de equitación, o alquile un velero por horas -que pilota el patrón, porque lo único que tiene de conocimientos y afición a la náutica es la gorra de patrón de yate-. Naturalmente, lo importante es poder presumir, no practicar unas aficiones para las que ni tiene aptitudes ni conocimientos y, menos aún, ganas.

En general, suele ser descendiente de familias en las que hay algún antepasado con un título de poca monta, quien pudo casar con mujer adinerada y a la que desplumó el capital a base de juergas, partidas en el casino y mujeres; o, entre sus ancestros, existen mujeres con famas de casquivanas que tuvieron amores adúlteros con amigos de la familia y, quizás, de la misma hubo descendencia, por lo que suele tener un cierto complejo de bastardía. Todo esa memoria familiar le produce a nuestro pseudo caballero un cierto tufo de nobleza rancia y de hidalguía ya perdida que intenta recuperar, quitándole el polvo y las telarañas, a base de altivez que no ocultan su inseguridad en que, de un momento a otro, se pueda desmoronar el andamiaje en el que sustenta su estúpido orgullo de don nadie con aspiraciones a ser considerado todo un caballero y que los demás así le rindan pleitesía; aunque en su comportamiento demuestre siempre que lo que más prima es su falta de caballerosidad, cultura, educación y respeto que son las verdaderas señas de identidad de un verdadero caballero.

No suele afrontar sus responsabilidades, sean éstas el embarazo de la amante de turno, los daños causados a un tercero a causa de su afición a las bromas o, simplemente, el adulterio cometido, el que negará siempre ante su mujer, porque si algo teme es tener que hacerse cargo de las consecuencias de sus actos y. en un gesto camaleónico que le caracteriza, suele urdir disculpas enrevesadas, excusas inverosímiles y trata de escurrir el bulto que es el recurso en el que es un verdadero maestro por eso de la cobardía congénita y la hipocresía de la que tiene una excelente marca -lo que podría corroborar su esposa, entre otras mujeres-.

Cuando se siente descubierto lo único que desea es huir y poner tierra de por medio, olvidándose la hidalguía, la prosapia y el orgullo por el camino, porque es difícil, por no decir imposible, guardar el tipo y la honra mientras se corre a toda pastilla y cagándose en los pantalones. Es decir, nuestro aspirante a caballero en esas ocasiones demuestra lo que en verdad es: un perfecto gilipollas y un necio impresentable, pero no sordo, porque cuando emprende su huida aún tiene tiempo de oir las carcajadas de sus "inferiores", embromados o no, que, con gesto de burla, le gritan a coro: "¡maricón el último!".


Ana Alejandre
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Anecdotario - Bromas y bromistas escaldados



En relación con los aficionados a las bromas y a dejar a los demás en ridículo, casi siempre públicamente, a continuación se exponen varias anécdotas sobre aquellos que se creen gracioso, sin serlo, y ocurrentes o divertidos, siendo únicamente unos inoportunos mentecatos y que terminan recibiendo la misma broma en público, pero hecha con más talento:

En cierta ocasión el rey español Felipe IV (1605-1665) le pidió al escritor Francico de Quevedo (1580-1645)que le improvisara una cuarteta.
-Dadme pie, señor -le dijo Quevedo.
El rey, creyendo hacer una gracia, le alargó una pierna; pero el escritor que tenía fama de respuestas rápidas e ingeniosas, en vez de darse por ofendido, improvisó la cuarteta que el monarca le había pedido de la siguiente forma:
En semejante postura,
dais a comprender, señor
que yo soy el herrador
y vos, la cabalgadura.



El rey de Prusia, Federico II el Grande (1712-1786) admiraba al escritor francés Voltaire (1694-1778) y por ello, le hacía blanco de sus bromas hirientes. En cierta ocasión en que el rey había invitado al filósofo a cenar, dejó sobre su plato un tarjeta que decía:"Voltaire es el primero de los asnos. Federico II".
Voltaire, al encontrar la nota, respondió a la broma con otra, simplemente leyéndola de forma ingeniosa y punzante :"Voltaire es el primero de los asnos. Federico, el segundo".


Cierto día se encontraron en la calle el poeta ingles, Lord Byron (1788-1824) y la condesa de Devonshire, también escritora. Ella saludó al poeta, de forma un tanto inconveniente, al preguntarle, sabiendo que era cojo:
-¿Cómo andais hoy, milord?
-Señora, ando como véis vos, muy mal -respondio con sorna el escritor a la aristócrata que era bizca, a su vez.



El escritor y poeta inglés, Charles Lamb (1775-1834) era un hombre de notable cultura que se le apreciaba por la gran facilidad que tenía para conferenciar sobre diversos temas, por complicados que fueran, pero siempre conseguía hacerlos amenos para la audiencia, aunque sin renunciar a utilizar, cuando hiciere falta, las burlas y sarcasmos pertinentes. Un día que iba a comenzar una de sus conferencia y antes de empezar se entretenía ordenando los folios escritos para tal fin, alguien, desde el fondo del auditorio, comenzó a silbar de forma estridente e impaciente. Dicha insolencia, ante el silencio del resto de los asistentes, se ponía más en evidencia y Lamb, sin aparentar inmutarse, se dirigió hacia el borde del estrado en el que estaba y dirigiéndose a los asistentes dijo con calma:
- Tan sólo silban los gansos, las serpientes y los tontos... Que se levante el silbador para que podamos identificarlo.



El político español Gil Robles (1898-1980) mientras pronunciaba un discurso en el Congreso, en 1934, protagonizó la siguiente anécdota cuando, desde lo más alto del hemiciclo, alguien le grito con sorna:
- ¡Su Señoría es de los que todavía llevan calzoncillos de seda!
Una vez que callaron las risas y la chufla generalizada, Gil Robles, sin perder la compostura, replicó:
- No sabía que la esposa de Su Señoría fuera tan indiscreta -lo que volvió a despertar la hilaridad de todos y el sofocón del burlador burlado.


Ana Alejandre

Otros vínculos de Ana Alejandre

A continuación, se relacionan otros enlaces a webs y blogs de Ana Alejandre, con una breve referencia a su contenido y periodicidad de actualización:


http://www.anaalejandre.com (mensual)
(Web dedicada a la literatura, en general, y con textos varios de su autora)

http://www.ana-alejandre-avuelapluma.blogspot.com ( quincenal )
(Literatura de escritores hispanohablantes y textos propios)

http://www.abecedarioalejandrino.blogspot.com (quincenal )
(Comentarios sobre política, exculsivamente)

http://www.alejandralia.blogspot.com (Bimensual)
(Monográficos sobre aficiones: cine, música, pintura, fotografía, viajes, etc.)

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14 octubre 2006

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12 octubre 2006

03 octubre 2006

Al filo de los días - "Y yo, más"


Yo también tengo ruinas
Ya no sé a quién o a quiénes

Busco entre los escombros.

Mario Benedetti
De "Ruinas", Preguntas al azar (1986)



En esta tierra nuestra llamada España prolifera un tipo de personas a las que se les puede llamar don/doña "Y yo, más", (valga de aquí en adelante para ambos sexos); es decir son quienes, en una competición continua e incansable con sus propios fantasmas interiores, siempre intentan demostrar que de todo aquello que se hable o trate, ellos siempre son, tienen o hacen más que los demás.


España ha sido siempre una tierra de grandes contrastes, no sólo en las diversas tierras que la conforman y en sus gentes que la habitan, sino que el contraste también viene dado porque existen dos tipos de personalidades muy definidas y de las que ya habló Cervantes, encarnándolas en su Don Quijote y Sancho Panza, dos prototipos en los que se muestran la exaltación del idealismo, uno, y de la más absoluta y burda ausencia del mismo, el otro, lo que produce un gran sentido práctico y material, dando pie ambas al "quijotismo", una y al "pancismo", otra, dos formas distintas de concebir el mundo y de la propia actitud existencial.

Por ello, en esta tierra de grandezas y gestas heroicas se encuentra también el polo opuesto, representado por la más absoluta de las vilezas, porque no existe en el carácter nacional la medianía y los españoles somos proclives a decantarnos por uno u otro polo, en esa tendencia al extremismo que tanto nos define.


Todo lo anterior sirva como introducción al tema de don "Y yo, más" del que trata este comentario. En honor a ese apodo que define dicha característica, el sujeto que la ostenta, tan frecuente en nuestra sociedad, define perfectamente la actitud depredadora y obstruccionista del envidioso, esa característica definitoria del carácter del español medio, al igual que la tacañería lo es para los franceses y la soberbia para los ingleses, entre otros.


Por eso, el mencionado don "Y yo, más", puede llegar hasta los extremos más ridículos para demostrar siempre que, en todo y de todo, dicho sujeto es, o tiene, más que su interlocutor, preferiblemente o, al menos, igual, aunque muchas veces sea sólo de palabra, en el hacer o en el tener, y nunca lo refrende con hechos. Así que el mencionado individuo, si alguien le comenta que se ha comprado un piso, a su vez dirá que se ha comprado, o lo va a hacer, un chalet de tropecientos metros cuadrados, aunque su valor sea menor que del piso más pequeño en extensión, pero más costoso en su construcción, aunque para eso se tenga que ir "Y yo, más" a vivir a Villatempujo Cuestabajo, además de que, para sus adentros esté pensando cómo demonios va a conseguir pagar la hipoteca. Si otro interlocutor comenta, de vuelta de vacaciones en la Patagonia, lo bien que lo ha pasado, nuestro ínclito don " Y yo, más" asegura que ha realizado ya ese viaje, aunque sólo sea en sueños, o lo va a emprender inmediatamente y, además, añade que va a recorrer todo América del Sur, a pesar de que no piense salir de Albacete, por poner un ejemplo. Por supuesto, tiene más de todo que los demás, empezando por los derechos a ser reconocido siempre como superior, aunque no se sepa bien en qué lo es, pero exige ese trato deferencial en sus relaciones con los otros que lo padecen (el trato).


Estos casos, conocidos y padecidos por muchos, puede llegar hasta el esperpento, y todos conocemos algunos con nombres y apellidos, en el que no sólo se presume de lo positivo, sino hasta de lo negativo, con tal de ser más que nadie, como pueden ser las enfermedades, pues si alguien, por ejemplo, se queja delante de don "Y yo, más" de que tiene molestias gástricas producidas por una úlcera de estómago, le quita importancia, afirmando que eso no es nada y que con dieta y unas pastillas adecuadas se soluciona el problemas, excepto cuando la úlcera la padece "Y yo, más", porque entonces es un problema muy grave que provoca molestias insoportables.

Igualmente, en el colmo del absurdo, la persona afectada por este síndrome del "maximalismo" y aún a costa de "quedarse tuerto para que otro se quede ciego" no para en barras para fastidiar la fiesta, la celebración, la casa nueva, el coche, el nuevo trabajo, la pareja, etc. y cualquier motivo de sana y justa alegría que tenga alguien a su alrededor y en la que participe, quizás porque la única alegría que pueden experimentar semejante espécimen es la de fastidiar a los demás. Si está invitado a una fiesta, recibiendo toda clase de agasajos, amabilidades y atenciones, pondrá pegas al menú exquisito que le han servido con comentarios tipo "¡pero esto qué es?", con cara de desagrado ante el suculento plato de marisco, lubina en salsa o el más exquito entrecot y empezará a presumir del plato aquel que comió en determinada ocasión en su propia casa, para así desmerecer y fastidiar al anfitrión quien duda si ponerlo de patitas en la calle o, simplemente, ignorar semejante salida de tono para evitar estropear más aún la velada como lo ha hecho ya el energúmeno correspondiente que le ha tocado de invitado. Además de poner pegas al menú, al frío o calor, al asiento y un largo etcétera, si ve que con ello no consigue bajar el ánimo a su anfitrión y aguarle la fiesta, que es de lo que se trata, le quemará la mantelería, o manchará la tapicería del sofá adrede, y quitándole importancia cuando "descubre" la mancha, para dejar así el recuerdo imborrable en la casa y en la memoria de los anfitriones que, seguro, se arrepentirán siempre de haberlo sido de semejante impresentable y de la recua que le acompaña, en esa velada que empezó con la alegría propia de una reunión festiva, aderezada con la generosa hospitalidad de la que carecen los muchos "Y yo, más" que pululan por esta sociedad nuestra, en la que van derramando su inquina, su envidia y su frustración por dondequiera que pasan.

No es de extrañar que las escasas amistades, o relaciones familiares, que algún día tuvieron, vayan desapareciendo, paulatina e irreversiblemente, hartas de aguantar los exabruptos, las comparaciones, la prepotencia, la vanidad y, sobre todo, la mala leche del/la fantasmón/a que es siempre todo "Y yo, más", en la que siempre colea la envidia y la más absoluta de las frustraciones. Como tienen un sentido utilitarista de las relaciones, estos individuos no quieren tener amigos, porque no pueden tratar nunca a un ser humano como a un semejante y perder la prepotencia de todo imbécil, sino que buscan esclavos que estén siempre dispuestos a aceptar en dicha relación amo-siervo la evidencia de esa conocida frase de: "Trátame como a un igual, pero sin olvidar que soy un superior", por lo que les gusta que los demás hagan antesala, telefónica o presencial, antes de dignarse hablar con ellos o a recibirlos, al igual que los aleccionan de cuándo a qué hora, qué día y de qué forma tienen que llamar, visitar o simplemente darles los buenos días. Los demás son los obligados a llamar, invitar, interesarse por su salud, escribir cartas, felicitaciones y demás elementos de comunicación humanas, pero sin que eso suponga obligación de que los "Y yo, más", tengan que responder a tales demostraciones de afecto, amistad o simple cortesía, a no ser que convenga mantener la relación para cuando hagan falta, por eso del utilitarismo del que hacen gala. Por ello suelen confundir a los amigos con los enemigos, en esa especie de nebulosa mental en la que se encuentran, por lo que consiguen siempre que los enemigos lo sean aún más y los amigos se conviertan, al menos, en neutrales, cuando no en indiferentes y poniendo todo el espacio que puedan entre ellos. Naturalmente, aplican en su vida de relaciones, aunque sean ficticias por su incapacidad para comenzar y mantener relaciones auténticas, el dicho de "si no puedes tener amigos, cómpralos", de lo que alardean en ocasiones. Son analfabetos emocionales y cuando uno de esos individuos se une a otro en amistad, pareja, o sociedad, la combinación es mortífera para ellos mismos y para los que padecen su presencia. Se alientan mutuamente a cometer mayores villanías, en forma de actos de desconsideración, faltas de respeto, burlas, tomaduras de pelo, cuando no de explotación de la generosidad, el afecto, la amistad o el cariño familiar de quien, por conocerlos, saben que la mejor forma de tratarlos es ignorar sus flechas envenenadas, aunque sólo sea para preservar unos lazos familiares o de afecto que los "Y yo, más" no merecen, aunque esos mismos individuos olvidan que los escasos familiares, amigos, compañeros, etc., que aún mantienen, no les tratan bien y afectivamente por merecimientos propios de los mencionados "Y yo, más", sino por la propia generosidad tolerante de los otros. Pero hasta esos pocos vínculos llegan a perder, en una demostración imbécil de que ni saben cómo son ni la imagen que dan de sí mismos ni, menos aún, llegan a conocer a los demás, confundiendo al ser generoso con ser "primo", en relación con los otros y, por su parte, no comprenden, los "maximalistas" de turno, que su superioridad supuesta es, simplemente, la manifestación de un complejo de inferioridad que no han sabido asumir y, especialmente, de una envidia que no pueden disimular.

Lo peor de todo, es que les enseñan a sus hijos la misma forma neurótica de ir por la vida, mintiendo, utilizando a los demás para sus fines y haciendo chanchullos desde la más tierna infancia, cuando les enseñaban a hacer trampas al parchís "porque lo que importa es ganar", y también a aprovecharse de la generosidad ajena sin hacer preguntas. Si el hijo comete una o muchas faltas se le da la razón en todo momento y si el profesor "les ha cogido manía" y no le aprueba, se le da el mamporrazo al profesor, como demuestran tantas noticias que se producen continuamente de estos hechos, en vez de darle la amonestación, o la bofetada, necesaria al infante que, el pobre, va camino, si no lo es ya, de ser otro depredador humano en busca de víctimas a las que hincarles el diente.

En las tertulias televisivas del corazón, escaparate social que muestra públicamente las grandezas y miserias del ser humano en todo su apogeo, se ve perfectamente retratado, entre otros, a este espécimen de gilipollas. Son aquellos que hablan sólo de supuestas amistades, inexistentes en la realidad, con poderosos, millonarios, famosos y demás personajes que dan lustre con su sola mención. Naturalmente, a los verdaderos amigos, no por ser amistades sinceras sino por reales, esos de toda la vida, del barrio, del colegio, del taller o del prostíbulo, ni los nombran. Presumen de tener un coche de marcas famosas y factura millonaria, pero obviando que es un coche alquilado para "epatar", o que se lo ha regalado el amante, masculino o femenino, de turno y a cambio de sus favores sexuales, o producto del tráfico de estupefacientes.o de la trata de blanca o, en el mejor de los casos, que tienen que prescindir de comer para pagar las letras, si no les han embargado el autómovil antes por impago de las mismas, lo que es muy frecuente en esta tipología de fantasmones.

Famosa es la anécdota de una contertulia televisiva, con cara simiesca, gafas de culo de vaso, bolso cruzado en bandolera, en plan cateto, y en plena decrepitud de su fealdad, que aconsejaba a una señora elegante que tiene fama de tal y de la que había disfrutado la consejera en muchas ocasiones de su generosa hospitalidad "que se vistiera de acuerdo a su edad", sin especificar si la edad a la que se refería la consejera mamarracho y viscosa de envidia era la de la criticada, que aparenta muchos menos de los que tiene, la de la consejera que parece ser su propia madre, de ella misma no de la elegante, o de la edad que tiene la envidia de la hortera que es tan vieja como la Humanidad. Éste es un ejemplo de "Y yo, más", porque en este caso la superioridad de la cateta adefesio, según sus propias palabras, se manifestaba en el consejo sobre la adecuación de la vestimenta a quien podría darle lecciones de buen gusto, elegancia y saber estar y, precisamente, por eso nunca se atrevió a aconsejar a quien, de verdad, le hacía falta una puesta a punto en discreción, respeto y elegancia, por no decir en una clínica de estética para darle un repaso a su maltrecho físico y su decrepitud. Esta variante es la más negativa de "Y yo, más" por ser siempre los más reincidentes en sus ataques verbales contra aquellos que envidian, pero demostrando siempre la propia incapacidad mental para ocultar las bilis que le producen los éxitos, alegrías o simple armonía en las vidas ajenas de las que han carecido siempre. No disfrutan, estos aficionados a sátrapas, con lo que hacen, ni desean nada que no sea como reflejo condicionado de lo que han visto hacer, proyectar, crear o disfrutar a otros. Al no tener personalidad, sólo imitan, pero siempre "a posteriori", lo que han visto hacer a los demás.

Sobre este tema, hay anécdotas como la del pescador que le regalaba al vecino parte de sus presas y, con sorpresa, ve un día como el mencionado vecino le muestra las flamantes cañas de pescar que había adquirido que, casualmente, eran de la misma marca que las del pescador experto y quien, sorprendido, le dice:"¡Caramba! No sabía que te gustara la pesca porque nunca me lo habías comentado. Si quieres podemos quedar un día para ir a pescar juntos". El interpelado le respondió: "No, si yo podría ir a pescar, pero prefiero dejárselo a otros. Solamente te quería enseñar las cañas que he comprado y que son iguales a las tuyas" El pescador se dió cuenta de que, en vez de un vecino compañero de aficiones y gustos, tenía sólo a un imbécil que padecía del síndrome de "Y yo, más".

César González Ruano, el gran maestro de periodistas, contaba con buen humor y demostrando ser un buen conocedor de la envidia como pecado capital, la treta a la que recurría para evitar que, cuando le daban algún premio, homenaje o tenía uno de sus muchos éxitos, sus amigos-enemigos, -los próximos son siempre los más peligrosos-, le dedicaran esos dardos envenenados propios de los frustrados y para ello, en esas ocasiones de éxito, siempre se inventaba alguna enfermedad que procuraba propalar entre sus conocidos, sabiendo que así los envidiosos a ultranza dirían eso de: "¡Pobre, le han dado un premio, pero se está muriendo!" –siempre se aumenta todo lo negativo en los envidiados- y con eso conseguía meses de paz y sosiego y, naturalmente, seguía viviendo en perfecto estado de salud y de tranquilidad de ánimo.

Precisamente, esos denominados "Y yo, más", recurren a esa misma treta pero con intenciones diferentes: si González Ruano lo hacía como escudo protector contra la envidia y para que le dejaran tranquilo; sin embargo, los afectados por el "maximalismo" lo hacen en sentido contrario y para conseguir llamar la atención, ser el centro del universo y obtener los mimos y cuidados que se deparan a cualquier enfermo, además de someter a sus caprichos a quienes les rodean, en una continuada y estratégica mentira que esclaviza a propios y extraños, si éstos tienen la mala suerte de caer en las redes de esos enfermos imaginarios o, si lo están realmente, que exageran sus males para conseguir atenciones y bienes a cambio. Esos son los mismos que, acostumbrados a mentir, sienten una total indiferencia ante el dolor ajeno, el sufrimiento real de unas vidas dolientes y acusan de ser fingidores, histéricos, neuróticos y semejantes lindezas a quienes sufren enfermedades o males reales, porque no puede sentir comprensión ante el dolor ajeno quien sólo se tiene a sí mismo como referente y centro de su pequeño y asfixiante mundo egoísta y calculador, basado en el fingimiento y la mentira. Por ello, esta tipología de sujetos son los que abandonan a sus mayores en las residencias geriátricas y, naturalmente, afirman que lo hacen por el bien de los padres abandonados, sobre todo, si saben que no van a poder cobrar una herencia, bien porque ésta sea inexistente o porque hay otros herederos con quienes compartir. Si alguno de ellos se han dedicado a cuidar al pobre anciano, causante de la herencia, ya se encargarán los "Y yo, más" para acusar a los hijos que han atendido sus obligaciones filiales, peor o mejor pero lo han hecho, de que han "descuidado", "abandonado", o incluso, "matado" de disgustos, mala alimentación o falta de cuidados al padre o madre muerto, en una trasposición de papeles propia de la psicopatología de manual. y para quedar por encima, una vez más, del otro y, además, acallar su propia conciencia, si es que la tienen, proyectando su propia culpabilidad.

Por todo esto, son especialistas en cargarse todas las relaciones, propias y ajenas, y nunca admiten culpabilidad alguna, acusando siempre a los demás de ser los culpables de los conflictos que ellos generan y, especialmente, acusan a quienes los conocen demasiado bien y descubren sus argucias y sus mentiras, además de no dejarse manipular y no querer rendirles pleitesía.

Para terminar y al hilo de lo aquí expuesto, Arturo Pérez-Reverte cuenta en uno de sus artículos periodísticos una anécdota sucedida con el tipo de personas de las que hablo, o sea los fantasmones de "Y yo, más". Le sucedió con un conocido que tenía esas características psicológicas y que siempre le estaba diciendo a Pérez-Reverte que le iba invitar a cenar al mejor restaurante de la ciudad, con sus respectivas acompañantes, invitación que, después de tanta insistencia, el escritor aceptó. Llegaron al restaurante más lujoso de la localidad los cuatro y empezaron a cenar en un ambiente distendido.y cuando llegó el momento de presentarles la factura, el anfitrión, al ver la cantidad a la que ascendía la cuenta, se puso lívido y empezó a farfullar, mascullando: "Bueno, ejem, yo creo que será mejor que paguemos todos a escote". Pérez-Reverte cogió la factura y dijo: "No, hombre, no te preocupes, invito yo. No vamos a dejar que paguen las señoras". El fantasmón dijo, para salvar la honra que nunca tuvo,:"Bueno, la próxima vez invito yo en el mismo restaurante, ¡faltaría más!" . El escritor sonrió levemente, afirmando con la cabeza, mientras pensaba lo que no se atrevió a decir por respeto a las señoras: "No habrá próxima vez, capullo. La próxima, vas a cenar con tu puñetera madre".


Ana Alejandre


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