Buscar este blog

Traductor

20 octubre 2006

Cronica cultural y literaria


La noticia cultural y literaria por excelencia y que eclipsa a las restantes, es la que protagoniza hoy, 20 de octubre, Oviedo, bella ciudad en la que se han concedido los Premios Príncipes de Asturias, que cumplen 25 años en esta edición, en un emotivo y concurrido acto en el Teatro Campoamor, siendo los galardonados, en sus diferentes áreas, los siguientes, relacionados en el mismo orden en el que fueron entregados los diferentes galardones:

National Geographic Society, Premio de Comunicación y Humanidades.

Selección Española de Baloncesto, Premio de Deportes.

Juan Ignacio Cirac, Premio de Investigación Científica y Técnica,

Paul Auster, Premio de las Letras.

Pedro Almodóvar, Premio de las Artes.

Bill Gates y esposa, Premio a la Cooperación Internacional.

Mary Robinson , Premio de Ciencias Sociales.
(ex-presidenta de Irlanda)

Isabel Croqwley,, Premio de la Concordia
(Directora del Fondo de Maciones Unidas para la Infancia)

Abrió el acto el discurso pronunciado por el escritor estadounidense Pal Auster y finalizó con el pronunciado por el Príncipe de Asturias.

En los pasados días, algunos de los galardonados han participado en diversos actos en Asturias, como el protagonizado por Almodóvar y Auster, que ofrecieron el jueves por la noche, en Gijón, un coloquio en el que trataron en común sobre las raíces de sus impulsos creativos.

Mary Robinson, Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales,llegó al Principado el mismo viernes y en su rueda de prensa se ha referido al proceso de paz en el País Vasco y vaticinó "mucho sufrimiento" aunque afirmó que éste "merecerá la pena" refiriéndose a los resultados que se pueden obtener, pero olvidando añadir que será la ETA y sus aledaños los favorecidos por el "mucho sufrimiento" de las víctimas y el pueblo español, en general, porque no se puede extrapolar lo sucedido en Irlanda, en esa cruenta guerra civil entre católicos y protestantes que empezó hace siglos, a España donde sufrimos el zarpazo sangriento de la simple, pura y dura acción terrorista.

Es curioso que se le haya dado este premio a alguien que ve positivo el "proceso de paz" -que no es más que una claudicación ante el mundo etarra y sus exigencias- que sufrimos los españoles en estos momentos.

¿Casualidad u opotunismo es dicha concesión? Los lectores inteligentes tienen la palabra.


Ana Alejandre

© copyright 2006. Todos los derechos reservados

Paul Auster



Paul Auster

Paul Benjamin Auster nació en Newar, estado de New Jerrsey (Estados Unidos), el 3 de febrero de 1947, hijo de Samuel Auster yQueenie, matrimonio que ejercieron diversos edificios en Jersey City.

Auster tuvo desde la infancia una apasionada afición por la lectura, siendo sus escritores favoritos Miguel de Cervantes (su libro preferido es "El Quijote"), Fedor Dostoievski, Edgar Allan Poe, Franz Kafka, Samuel Beckett o William Shakespeare, Nathaniel Hawthorne, entre otros.

Cursó estudios secundarios en el instituto Marplewood y después viajó por diferentes países europeos, como,España, Italia Francia o Irlanda. Más tarde, estudió lengua y literatura inglesa en la Universidad de Columbia, en la que se graduó en 1970. En esos años mantenía relaciones sentimentales con Lydia Davis, hija del escritor Robert Gorham Davis.

Una vez finalizados sus estudios trabajó, por mediación de su padrastro Norman Schiff ( el nuevo marido de su madre, tras divorciarse de Samuel Auster), en un petroleru y, posteriormente, viajó a Francia. En dicho país trabajó como traductor de autores franceses, especialmente poetas, hasta su regreso a los Estados Unidos en 1974, en cuyo año se asentó en Nueva York y se casó con Lydia con la que seguía manteniendo su noviazgo.

En Nueva York comenzó a trabajar como periodista, escribiendo en "The New York Review of Books" y en "Harper’s Saturday Review". A mediados de la década de los 80 y después de su etapa de escritor de poesía, y ensayos Auster debutó como novelista con "Jugada de presión" (1982), que fue publicada con el pseudónimo de Paul Benjamin. Em ese año publicó el libro de corte autobiográfico "La invención de la soledad" (1982).

Para entonces ya estaba divorciado de Lydia, se divorciaron en 1981, y Paul se casó con la escritora noruega Siri Hustvedt, con la que ha tenido dos hijos, Daniel y Sophie, y fue a partir de entonces cuando Auster fue conocido internacionalmente al publicar con éxito "La Trilogía de Nueva York", tríada de novelas del género de intriga formada por "La ciudad de cristal" (1985), "Fantasmas" (1986) y "La habitación cerrada" (1986).

Más tarde, Auster publicó otros libros como "El país de las últimas cosas" (1987), "El palacio de la luna" (1989), "Pista de despegue" (1990), "La música del azar" (1990), "El cuento de Navidad de Auggie Wren" (1991), "Leviatán" (1992), "El cuaderno rojo" (1993), "Mr. Vértigo" (1994), "Smoke" (1995), "A salto de mata" (1997), "Heridas de amor" ( cuyo título inglés es "Lulu on the bridge") (1999), "Sophie Calle: Doble Juego" (1999), "Tombuctú" (1999), "El libro de las ilusiones" (2002), y "La noche del oráculo" (2003).

También ha escrito poesía, de la que fue un traductor de los grandes poetas franceses y a la que reconoce como una gran inspiradora de su propio talento creador, y ha publicado un poemario titulado "Cimientos" (1990), una colección de relatos titulada "Creía que mi padre era Dios" (2002), que reunía historias enviadas por oyentes de un programa de radio, y también escribió algunos guiones cinematográficos como "Smoke", que fue una película dirigida por Wayne Wang , y basada en su propia obra, "Blue in the face" (1995). Este film co-dirigido por Wang y el propio Auster, quien, posteriormente, dirigió en solitario "Lulu on the bridge" (1999).

Paul Auster destaca como un excelente narrador de historias enigmáticas y sugerentes en relación con el problema de la identidad personal, situadas en ambientes urbanos y realistas a los que añade ciertos aspectos mágicos a esa realidad matizada por la intriga y el misterio, además de la importancia del azar, las circunstancias personales y el propio destino.

Su última novela publicada es "Brooklyn Follies" (2006) -que está dentro de la lista de los libros más vendidos en España en las últimas semanas- y cuya historia que está protagonizada por Nathan Glass, un hombre que regresa a su Brooklyn natal con el propósito de escribir un libro después de superar el cáncer que padecía y divorciarse de su mujer, es una narración que cautiva al lector desde el primer momento y se ve atrapado por el apasionante mundo de Auster, este extraordinario contador de historias de las que todos, de una u otra forma, nos sentimos parte por la sorprendente y magistral carnalidad que le otorga a sus personajes.

No es extraño, por ello, que a Paul Auster le hayan concedido el Premio Príncipe de Asturias de las Letras de este año, porque es un mago que sabe atrapar en su prosa todo el misterio y el enigma de la vida humana; pero conjugándola magistralmente con la realidad prosaica y cotidiana de cualquier ciudadano, independientemente del país en el que viva, en este complejo siglo XXI.

Ana Alejandre
© copyright 2006. Todos los derechos reservados

Retratos ejemplares - Wl pseudo caballero



Retratos ejemplares
(ejemplos para no imitar)
No hay mayor placer que ser tratado como un idiota por un imbécil (Oscar Wilde)

El pseudo caballero

Le gusta vestir con cierta elegancia, para lo que se encarga, algunas veces, los trajes a medidas y, sobre todo, las camisas, a las que dedica una especial atención. Todo debe ser, o parecer, único, exclusivo y hecho a su medida, al igual que la conciencia que, según el día de la semana y la ocasión, se la ajusta a las necesidades del caso, en justa correspondencia a su proverbial afición a la simetría y la proporción.

Su seguridad en sí mismo se basa, primordialmente, en utilizar a los demás como peana para alzarse sobre ellos, cosa natural para quien siempre debe quedar por encima -olvidando el conocido axioma que afirma que el simple hecho de querer quedar por encima es un reconocimiento implícito de estar por debajo-, lo que le lleva siempre a poner en duda la inteligencia, el talento, la cultura, la clase y la honestidad de los demás, por eso de que aquello de lo que se carece no se puede reconocer en los otros.

No admite más amabilidad hacia los demás que aquella que tenga como destinatario a alguien igual o superior en jerarquía o poder, según su propio baremo de calidades y excelencias, porque utilizar la cortesía con inferiores supone, para alguien como el pseudo caballero, rebajarse a su altura. A los "inferiores", según su juicio, en categoría social, laboral, o jerárquica, sólo los ignora o los utiliza para aquellos trabajos serviles, molestos o desagradables, impropios de todo caballero. Si alguna vez es agradable con alguien " inferior" a su nivel, -todo ello a su juicio, naturalmente, que suele ser muy poco acertado- es para conseguir un fin, aunque sea indirecto, o para despistar a quien recibe sus constantes muestras de cortesía porque, a sus espaldas, se burla de la supuesta candidez de aquél. Naturalmente, su principal afición, en alguien tan desprovisto de inquietudes de cualquier tipo que no sean las de mostrar siempre su falta de escrúpulos, es intentar burlarse de los demás a través de bromas anónimas, que considera muy ingeniosas y divertidas, consistentes en ridiculizar públicamete a alguien de formas diversas: negarle el saludo públicamente, unas veces; saludarle continuamente en otras ocasiones, imitar ruidos raros delante de la persona burlada, etc, y toda clase de acciones propias de un quinceañero maleducado y no de un aspirante a caballero, además de la diversión que le supone realizarlas, según la temporada o la ocasión propicia para despistar al receptor de la broma, porque todos saben quién es el autor de los hechos menos la víctima de ellos que, supuestamente, sigue en la inopia, "deslumbrada" por la inteligencia de su burlador, Por esa afición a las bromas, o por su peculiar sentido del humor, basado en reírse de los demás o, al menos, intentarlo, todo se lo toma a broma: el trabajo, el adulterio frecuente -siempre que sea él quien lo cometa y no su esposa porque eso no tendría ninguna gracia para el aspirante a caballero y bromista en ejercicio-, la responsabilidad laboral o profesional, el respeto a los demás, la hombría de bien, el sentido de la dignidad y la decencia, pues estas son cuestiones que por no serle conocidas y, menos aún, ejercidas, le parecen meras palabras, sin significado alguno.

Suele ocupar un cargo ejecutivo, pero sin excesiva responsabilidad, en una empresa familiar o de amigos, pero siempre gracias a las relaciones familiares o amistosas o algún puesto intermedio en la Administración, sacado por oposición, eso sí, que es el único y último esfuerzo que hace en todo el resto de su vida, porque, lo que de verdad le gusta, es vivir de rentas producidas por el trabajo de los demás.

Por supuesto, el trabajo le da alergia, y no primaveral, sino durante todas las estaciones del año, por lo que suele tener fama de vago y de delegar sus responsabilidades en otros: secretarias, colaboradores, ayudantes, etc,; y sólo cumple con sus obligaciones imprescindibles porque en ello se juega el sueldo que, es al fin y al cabo, lo único que le importa al aspirante a caballero y vividor de oficio y con beneficio. Por ello, siempre suele buscar a una rica heredera para esposa y si no lo consigue, misión difícil para quien sólo tiene planta - y de ahí le viene el complejo físico de "guaperas" y por consiguiente, el complejo psíquico de ser superior, lo que le provoca la sensación de estar por encima de todo y de todos, especialmente, del bien y del mal- y, sobre todo, mucha ambición, se conforma con menos capital, pero siempre que su futura esposa tenga un apellido ilustre, conocido, o que sea "pariente de", pero procurando tener muchos hijos con ella -que suele ser tonta y bastante pasiva, mujer ideal para todo aspirante a caballero que se precie-, y así tenerla ocupada para que no le dé la lata y no se entrometa en su vida: la doble y triple que vive quien, como todo vividor, sabe tirar la piedra y esconder la mano y con la otra señalar al prójimo.

Le gusta decir que practica algunos deportes -aunque su única afición deportiva sea el "dolce far niente", (el dulce no hacer nada)es decir, no dar un palo al agua-; pero todas sus aficiones deportivas, sin excepción, son siempre elitistas y aptas para cuentas corrientes saneadas; la hípica, el golf, la vela, etc.; aunque no practique ninguno, pero sea socio del club de golf más próximo y haga un esfuerzo para pagar la cuota y sólo corretee por el campo intentando poder atinarle un solo golpe a la dichosa pelotita; al igual que intenta ser socio del club de hípica sin tener idea de equitación, o alquile un velero por horas -que pilota el patrón, porque lo único que tiene de conocimientos y afición a la náutica es la gorra de patrón de yate-. Naturalmente, lo importante es poder presumir, no practicar unas aficiones para las que ni tiene aptitudes ni conocimientos y, menos aún, ganas.

En general, suele ser descendiente de familias en las que hay algún antepasado con un título de poca monta, quien pudo casar con mujer adinerada y a la que desplumó el capital a base de juergas, partidas en el casino y mujeres; o, entre sus ancestros, existen mujeres con famas de casquivanas que tuvieron amores adúlteros con amigos de la familia y, quizás, de la misma hubo descendencia, por lo que suele tener un cierto complejo de bastardía. Todo esa memoria familiar le produce a nuestro pseudo caballero un cierto tufo de nobleza rancia y de hidalguía ya perdida que intenta recuperar, quitándole el polvo y las telarañas, a base de altivez que no ocultan su inseguridad en que, de un momento a otro, se pueda desmoronar el andamiaje en el que sustenta su estúpido orgullo de don nadie con aspiraciones a ser considerado todo un caballero y que los demás así le rindan pleitesía; aunque en su comportamiento demuestre siempre que lo que más prima es su falta de caballerosidad, cultura, educación y respeto que son las verdaderas señas de identidad de un verdadero caballero.

No suele afrontar sus responsabilidades, sean éstas el embarazo de la amante de turno, los daños causados a un tercero a causa de su afición a las bromas o, simplemente, el adulterio cometido, el que negará siempre ante su mujer, porque si algo teme es tener que hacerse cargo de las consecuencias de sus actos y. en un gesto camaleónico que le caracteriza, suele urdir disculpas enrevesadas, excusas inverosímiles y trata de escurrir el bulto que es el recurso en el que es un verdadero maestro por eso de la cobardía congénita y la hipocresía de la que tiene una excelente marca -lo que podría corroborar su esposa, entre otras mujeres-.

Cuando se siente descubierto lo único que desea es huir y poner tierra de por medio, olvidándose la hidalguía, la prosapia y el orgullo por el camino, porque es difícil, por no decir imposible, guardar el tipo y la honra mientras se corre a toda pastilla y cagándose en los pantalones. Es decir, nuestro aspirante a caballero en esas ocasiones demuestra lo que en verdad es: un perfecto gilipollas y un necio impresentable, pero no sordo, porque cuando emprende su huida aún tiene tiempo de oir las carcajadas de sus "inferiores", embromados o no, que, con gesto de burla, le gritan a coro: "¡maricón el último!".


Ana Alejandre
© copyright 2006. Todos los derechos reservados

Anecdotario - Bromas y bromistas escaldados



En relación con los aficionados a las bromas y a dejar a los demás en ridículo, casi siempre públicamente, a continuación se exponen varias anécdotas sobre aquellos que se creen gracioso, sin serlo, y ocurrentes o divertidos, siendo únicamente unos inoportunos mentecatos y que terminan recibiendo la misma broma en público, pero hecha con más talento:

En cierta ocasión el rey español Felipe IV (1605-1665) le pidió al escritor Francico de Quevedo (1580-1645)que le improvisara una cuarteta.
-Dadme pie, señor -le dijo Quevedo.
El rey, creyendo hacer una gracia, le alargó una pierna; pero el escritor que tenía fama de respuestas rápidas e ingeniosas, en vez de darse por ofendido, improvisó la cuarteta que el monarca le había pedido de la siguiente forma:
En semejante postura,
dais a comprender, señor
que yo soy el herrador
y vos, la cabalgadura.



El rey de Prusia, Federico II el Grande (1712-1786) admiraba al escritor francés Voltaire (1694-1778) y por ello, le hacía blanco de sus bromas hirientes. En cierta ocasión en que el rey había invitado al filósofo a cenar, dejó sobre su plato un tarjeta que decía:"Voltaire es el primero de los asnos. Federico II".
Voltaire, al encontrar la nota, respondió a la broma con otra, simplemente leyéndola de forma ingeniosa y punzante :"Voltaire es el primero de los asnos. Federico, el segundo".


Cierto día se encontraron en la calle el poeta ingles, Lord Byron (1788-1824) y la condesa de Devonshire, también escritora. Ella saludó al poeta, de forma un tanto inconveniente, al preguntarle, sabiendo que era cojo:
-¿Cómo andais hoy, milord?
-Señora, ando como véis vos, muy mal -respondio con sorna el escritor a la aristócrata que era bizca, a su vez.



El escritor y poeta inglés, Charles Lamb (1775-1834) era un hombre de notable cultura que se le apreciaba por la gran facilidad que tenía para conferenciar sobre diversos temas, por complicados que fueran, pero siempre conseguía hacerlos amenos para la audiencia, aunque sin renunciar a utilizar, cuando hiciere falta, las burlas y sarcasmos pertinentes. Un día que iba a comenzar una de sus conferencia y antes de empezar se entretenía ordenando los folios escritos para tal fin, alguien, desde el fondo del auditorio, comenzó a silbar de forma estridente e impaciente. Dicha insolencia, ante el silencio del resto de los asistentes, se ponía más en evidencia y Lamb, sin aparentar inmutarse, se dirigió hacia el borde del estrado en el que estaba y dirigiéndose a los asistentes dijo con calma:
- Tan sólo silban los gansos, las serpientes y los tontos... Que se levante el silbador para que podamos identificarlo.



El político español Gil Robles (1898-1980) mientras pronunciaba un discurso en el Congreso, en 1934, protagonizó la siguiente anécdota cuando, desde lo más alto del hemiciclo, alguien le grito con sorna:
- ¡Su Señoría es de los que todavía llevan calzoncillos de seda!
Una vez que callaron las risas y la chufla generalizada, Gil Robles, sin perder la compostura, replicó:
- No sabía que la esposa de Su Señoría fuera tan indiscreta -lo que volvió a despertar la hilaridad de todos y el sofocón del burlador burlado.


Ana Alejandre